sábado, 27 de agosto de 2011

Cuando el amor se acaba

Hay veces en las que una bonita historia se acaba, y tiene su final trágico. A mi, me gustaba mi cuento de hadas en el que hacia lo que quería y cuando quería. Cuando desperté de ese gran sueño me di cuenta de que ya nada era como antes, tu ya no me querías. Entonces me di cuenta de lo que perdía, que lo que nunca volverá a ser como antes. Mil lágrimas entre helados derroché por él. No quería vivir sin él, era mí vida. Él no era una simple carta de mi juego, el era un AS entre la manga. Ese día en el que desperté decidí no volver a amar, a querer y simplemente solo jugar. No quiero vivir sin él aunque se que mi príncipe azul no era tan azul. Se también que entre príncipes hay un bello jardinero que te llama la atención y al final caes entre sus ramas. Cuando quise darme cuenta de lo que perdía ya era demasiado tarde, él ya había organizado otro baile para conquistar a otra princesa. Mi vestido nunca fue rosa, ni negro fue un turquesa suave, el de ella no fue blanco, ni verde, si no un rosa tan brillante que te deja encantado. Él no es que la prefiera a ella, si no que ya se olvidó de mi. Para el solo fueron unas noches de lujuria y unos días de locura. Nuestro romanticismo empezó a derrocharse en el río de lágrimas y sufrimiento. Hablo tan bien de ese él que me cuesta creer que fue verdad, que de verdad existió, que de verdad me importó. Pero sí, fue real, me quiso como a una bella princesa a la que cuidar en su palacio de princesitas. Yo, en cambio, a él no le vi como un príncipe, si no como a un buen amigo que se convirtió en algo más. Por desgracia ese 'algo más' ya quedó en el olvido.

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