domingo, 25 de diciembre de 2011

Creo que estoy desvariando, o pasa que simplemente perdí el rumbo

Llego cada noche al mismo puerto y la luz de tu faro vuelve a cegarme. Perfecto. Yo y mi cúmulo de recuerdos borrosos, tormentas y algún que otro placer prohibido siempre acabamos desembocando en uno de esos naufragios cardíacos provocados por el halo de tus palabras, dedicado, con malas intenciones, a ruborizar hasta el último ángulo de mi piel. Obsesión, prohibiciones y más que ganas. Todas esas que convierten mi cuerpo en tu mapa, ese mismo que te pide sin palabras que navegues, que explores; que encuentres sus tesoros más ocultos y te los quedes.. o te quedes tu mismo entre ellos. ¿Que no lo entiendes? ¿No entiendes que quiero ser la sirena de tu cama? Sí, soy necia. Pero no otra de las pelandruscas de tus puertos pasajeros, no otra de tus anclas de quita y pon. No sé quién soy, pero desde luego que no de las que se suelen quedar en tierra; amante del mar, amante del tiempo y sus barreras. Volvemos al riesgo, volvemos a colarnos en los camarotes de la lujuria; mojadas sábanas, y no sé si es por la humedad salada o por nuestra esencia, pero.. ¿Qué más da? Si después de todo el ron se queda con los etílicos recuerdos. Malditas noches, malditas playas desiertas y sus placeres, maldita esa mirada, maldito pelo que tanto me gusta enredar; maldito tú y tus besos sabor salado.. ¿Pero de qué me estoy quejando? Después de todo es culpa mía y de mi norte desorientado; mi brújula natural perdió el imán y sólo tira hacia el polo opuesto, ese que acaba en tu cama. Culpa mía y de tus manos, culpa mía y de tu lengua. Culpa tuya, culpa nuestra

No hay comentarios:

Publicar un comentario